Es solo uno de los paisajes subterráneos más importantes de la región. Es una
caverna que se utilizó como centro ceremonial de los antiguos pobladores mayas, tiene una profundidad de 10 metros.
A unos metros de la entrada se encuentra el Trono de Balam, una especie de
altar donde los mayas llevaban a cabo algún tipo de ceremonia, de ahi biene el nombre de las grutas. También hay un lago semiseco donde yacen esparcidas
ofrendas mayas, conchas y trozos de jade. Además, en todo el interior de la
gruta se han encontrado incensarios, metales, platos en miniatura, ofrendas de
joyería y cerámica, figuras del dios Chaac, jaguares de jade y pinturas de
manos en las paredes.
El techo esta repleto de cientos de estalactitas, en ellas se deslizan gotas de agua que al ser tocadas
por la luz lanzan destellos. Al centro de la bóveda, se encuentra una imponente
estalactita unida al piso, que se parece a una ceiba, llamada "La Ceiba sagrada
que crece en el interior de la tierra" y en cuya base se pueden admirar
innumerables piezas ceremoniales de gran valor arqueológico.
En esta gruta podrá disfrutar del espectáculo de luz y sonido, en el cual se
relata su historia. También hay un museo que cuenta con fotografías y cédulas
explicativas sobre los rituales sagrados que se practicaban en este lugar, así
como un jardín botánico.
Se localiza a 6 km de Chichén Itzá y a 35 km. de Valladolid.
Balankanché es digna de ser visitada por su importancia arqueológica, con el
respeto que merece un lugar sagrado de los mayas.




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